viernes, 18 de enero de 2008

Solucionar problemas de pareja con un pato y una escoba.

Hace tres años Raquel y Mark acudieron a mi consulta en busca de ayuda. Ambos eran jóvenes, atractivos, y disfrutaban de una buena carrera profesional, pero llevaban dos años discutiendo por cualquier motivo y tenían la sensación de que su relación se iba a pique. Tratando de salvarla habían acudido a varios especialistas y yo era, según me dijeron, la última tabla a la que habían decidido agarrarse para rescatar su matrimonio del inevitable naufragio.

En base a su relato de los hechos, las discusiones, cada vez más frecuentes, aparecían sin motivo y crecían hasta llegar a límites francamente violentos. Ambos se reprochaban todo tipo de cosas respecto al pasado (lo que yo he hecho por ti / lo que tú me has hecho), se insultaban (lo que de verdad eres), y decían cosas atroces uno del otro con objeto de hacerse daño (lo que te va a pasar, ya verás). En esto eran los dos muy eficaces, por lo que ambos acababan hundidos e irritados después de discutir, pero no satisfechos, por lo que la siguiente discusión, más cruel si cabe que la anterior, no tardaba en llegar convirtiéndose en una inmensa bola de nieve que amenazaba con dinamitar su vida.
Curiosamente, las discusiones siempre eran en casa, pero nunca fuera de ella, hasta el punto de que habían vendido su antigua residencia siguiendo los consejos de un asesor y se habían comprado una nueva en las afueras de Illinois por si ese era el centro del problema. Pero las discusiones se mudaron con ellos a un nuevo barrio con casas de dos plantas y jardín.
“Yo no puedo soportarlo.” Dijo Raquel al terminar. “Ni yo.” Confirmó Mark mirando a su esposa con recelo.
Lentamente me levanté del sillón y comencé a pasear por el despacho con la mirada perdida.
“¿Están dispuestos a hacer un pequeño sacrificio para salvar su relación?” – Pregunté mirando una pequeña mancha en la moqueta situada justo entre mis zapatos.
“Por supuesto” Respondieron casi al unísono.
Abrí uno de los cajones de mi escritorio con parsimonia, extraje una pequeña llave plateada, y saqué de un armario mi “material de ayuda conyugal” para depositarlo lentamente sobre la mesa.
El material de ayuda conyugal se componía de:
a) Un simpático patito amarillo de plástico tamaño gigante con lunares rosas.
b) Un enorme gorro de pico hecho en cartulina violeta con la inscripción “Soy una bruja” en cinco idiomas y
c) Una vieja escoba de madera.

“Voy a ponerles unas sencillas tareas. Es tan fácil que hasta un niño podría hacerlo” – Dije sentándome sobre el brazo de la butaca junto a Raquel.
“Cuando comiencen una conversación y comprueben que poco a poco están empezando a discutir deben hacer una cosa. Usted – dije dirigiéndome a Mark. – suba al cuarto de baño situado en la segunda planta, llene la bañera de agua y añada jabón en abundancia. Después debe desnudarse y meterse en la bañera con Fredy, dije señalando al patito de goma amarillo, en torno a la cintura. Por otro lado usted – dije mirando a Raquel, – debe subir al baño, colocarse este gorro en la cabeza y levantar una pierna para que no toque el suelo, mientras sujeta la escoba entre los muslos. Una vez hayan hecho esto pueden reanudar la conversación y discutir cuanto quieran. ¿Serán capaces de hacerlo?”


Ambos se fueron extrañados, con la vaga idea de que estaban perdiendo el tiempo y el dinero, pero con la firme promesa de que cumplirían mis órdenes escrupulosamente. Una semana después volvieron a mi consulta. Evidentemente, para Raquel había sido imposible continuar la discusión viendo a su marido desnudo en la bañera con el pato de goma amarillo nadando entre las huesudas rodillas. En lo referente a Mark, le era imposible insultar a nadie desnudo desde la bañera, y se quedaba mucho más tranquilo cuando veía a su mujer montada sobre la escoba con el gorro de “Soy una bruja” sobre su cabeza.
Después de la décima sesión, los dos muy sonrientes y relajados, él algo más arrugado que la primera vez, pero inusitadamente limpio, salieron de mi consulta dispuestos a disfrutar su relación.

Importante recordar en este capítulo:

- Procure no iniciar una discusión si hay invitados en casa.
- En cualquier caso, instale un cerrojo en la puerta del baño.

1 comentario:

Ogeid66 dijo...

Me troncho Korrotxo...BDD